martes, 23 de abril de 2013

BIOLOGIA DIVERSIDAD GENETICA

La diversidad genética es el número total de características genéticas dentro de cada especie. Esta diversidad se reduce cuando hay “cuellos de botella”, es decir, cuando una población disminuye substancialmente y quedan pocos individuos.  Por ejemplo, la población de alrededor de 100 leones (Panthera leo) del Cráter Ngorongoro en Tanzania desciende de alrededor de 15 leones sobrevivientes de una plaga de moscas mordelonas (Stomoxys calcitrans) producida por el aumento de lluvias en 1962. La pérdida de diversidad genética de los leones del Cráter ha resultado en problemas reproductivos y de sobrevivencia.
A mayor diversidad genética, las especies tienen mayores probabilidades de sobrevivir a cambios en el ambiente. Las especies con poca diversidad genética tienen mayor riesgo frente a esos cambios. En general, cuando el tamaño de las poblaciones se reduce, aumenta la reproducción entre organismos emparentados (consanguinidad) y hay una reducción de la diversidad genética.
La diversidad genética se puede medir utilizando la diversidad de genes, la heterocigocidad, o el número de alelos por locus.

PSICOLOGIA EVOLUTIVA


Se denomina Psicología Evolutiva a aquella rama de la Psicología cuyo objeto de estudio es el desarrollo humano, en cuanto a sus procesos psicológicos, como una construcción subjetiva. Es decir, esta rama de la ciencia psicológica se concentra en cómo el hombre deviene en sí mismo un ser humano, y todas las transformaciones que va teniendo a lo largo de su historia individual y social.


La Psicología Evolutiva posee los siguientes temas centrales: la niñez, la adolescencia, la familia, y el envejecimiento. Los mismos son momentos de cambio que implican una reorganización estructural del aparato psíquico. Dicha reorganización implica, a su vez, una mayor complejidad. Según el criterio del autor se trata la familia o la adultez alternativamente como una de las etapas de transformación.
En la Psicología Evolutiva Clásica (fines del siglo XIX y principios del siglo XX), de marcada tendencia positivista, el envejecimiento no era tomado en cuenta como objeto de análisis, debido a que se consideraba que era una etapa donde ya no había cambio ni complejización de la psiquis, sino sólo un deterioro progresivo de la misma. Cabe destacar, que se hablaba de “etapas” como algo bien delimitado por ciertas edades, donde el pasaje a la siguiente implica siempre un progreso madurativo.